
Atenas se encontraba en crisis cuando Aristocles, más conocido como Platón, escribe su más célebre título: La República. A lo largo de esta obra, el filósofo va explorando distintos tópicos con el fin de restablecer el orden social que había sido perdido. Este orden social, nos va a decir Platón, se va a recuperar gracias a la Justicia, concepto que será abarcado durante todo el libro, dado que esta es la virtud ordenadora; es decir, la que va a permitir que se desarrollen el resto de las virtudes.
Su “Estado Justo” está dividido en 3 estamentos –filósofos, guardianes y comerciantes– en el cual cada uno de ellos cumple una rol específico dentro de la polis: gobernar, defender la polis y producir los bienes necesarios para la población.
“Lo mío es lo que soy; lo que soy es para lo que sirvo; y para lo que sirvo hay que respetarlo.”
¿Qué nos está diciendo Platón con esta frase? Que cada estamento se debe a su propia esencia; es decir, si uno nació para gobernar, va a tener alma de filósofo toda la vida; si uno nació para defender la polis, va a tener alma de guardián toda la vida; y si uno nació para producir bienes, va a tener alma de comerciante toda la vida; y eso debe ser respetado para que la Justicia prime.
Lo interesante aquí es rescatar el concepto de las almas: la esencia. Teniendo en cuenta, entonces, la diferencia de espacio-tiempo podemos hacer el ejercicio para buscar características que nos permitan distinguir sectores en la sociedad argentina y determinar cuál es su esencia. Cabe destacar que la esencia en cuestión, a diferencia de cómo la plantea Platón, no se encuentra en la persona sino, más bien, en ese sector específico que será ocupado.
LA POLÍTICA.
Considero oportuno, entonces, comenzar por la política. Dicho sector se encuentra conformado por aquellos actores con intenciones de dedicarse a las cuestiones de la función pública. Cabe mencionar que este actor se diferencia del empleado público, cuyas tareas son meramente administrativas; es decir, su puesto no depende de una elección a diferencia del funcionario público. Además, al margen de ser el encargado de llevar a cabo la administración del país (tarea trascendental), debe estar impregnado de un fuerte sentido de la responsabilidad y representar los intereses de la sociedad toda -sector que será abordado posteriormente- y no de los intereses de su propio electorado; es decir, los discursos de confrontación de clases sociales o de los “enemigos del pueblo” deben quedar suprimidos, pues el fin de la política es conciliar los diversos intereses que existen para garantizar la unidad nacional. Esto no quiere decir, bajo ningún punto de vista, que se eliminen las ideologías ni mucho menos los partidos políticos. Sin unidad no hay patria. Sin patria no hay nación. Sin nación no hay orden.
LA SOCIEDAD.
El otro sector que podemos distinguir es la sociedad. Es la interrelación generacional que existe entre pasado, presente y futuro. Obviamente se compone de todas las personas que habitan el territorio. Aquí lo importante no es la diferenciación de las clases altas, medias y bajas, pues sería caer en divisiones que no tienen sentido. Dentro se encuentran los empresarios, los emprendedores, los empleados y los desempleados. Como bien se sabe, este sector es el que genera riqueza moviendo los “hilos de la economía”.
Así como la política debe representar los intereses de la sociedad, la sociedad debe velar por que sus intereses se vean representados por la política. En este sentido, cuando esta no se ve representada; o bien, los intereses se ven agredidos, la sociedad tiene el deber de demandar a través de los mecanismos correspondientes. Una sociedad que elige a quien representa sus intereses es una sociedad responsable. Una sociedad que demanda cuando sus intereses no se ven representados es una sociedad que se auto-estima.
RECONSTRUIR ARGENTINA.
Como el lector notará, la propuesta no gira en función de analizar si lo que necesitamos a nivel país es bajar el déficit fiscal, reducir impuestos y mayor libertad a nivel social y económico. Más allá de lo fundamental que es ese debate en estos tiempos, prefiero dejarlo para otro momento. La propuesta es, entonces, recuperar el orden perdido brindando una solución desde la perspectiva de la teoría política en un momento en el que la teoría política escasea. ¿Puede un país ser próspero cuando se está constantemente improvisando?
Ya mencioné en varios de mis artículos que la gran mayoría de la política se transformó en una oligarquía que vive de espalda a los intereses de la sociedad sembrando divisiones que lejos están de ser una interpretación honesta de la filosofía de Maquiavelo. Por otro lado, la gran mayoría de la sociedad continúa expectante en condiciones de supervivencia cada vez más insoportables.
Mi obsesión por el sentido de lo Justo es algo que viene conmigo desde que soy muy chico y, junto con la sed de aprendizaje constante y mi rebeldía innata, no me permiten claudicar ni desmotivarme ante discursos derroteros. Pretendo transmitir eso a través de mis notas, de mis podcast y de mis charlas. Porque reconstruir a Argentina es una tarea de todos.
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