
Emboscado por la ola ganadora de Juntos por el Cambio, el aparato de Hacemos por Córdoba y la crisis del Gobierno nacional, el Frente de Todos debe sostener su núcleo duro de votantes para no perder la banca que en 2017 ganó Pablo Carro, cuando cosechó 199.600 votos, mil más de los que obtuvo Martín Gill en las Paso de septiembre último.
Respecto de esta encrucijada hay lecturas encontradas y complementarias. Ninguna logra develar qué pasará en Córdoba con el espacio que se referencia en el Gobierno nacional el 14 de noviembre, y tampoco desentraña qué construcción encarará hacia el 2023: la propia o como socio condicionado de Hacemos por Córdoba.
Hay una primera lectura ante la mala cosecha en las Paso: las agrupaciones no peronistas dicen al unísono “avisamos que esto pasaría”. Constanza San Pedro, referente del Frente Patria Grande, fue crítica de la “peronización” de la lista, con las candidaturas de Carlos Caserio y Olga Riutort, que derivó en “la fuga de gran parte del votante progresista”.
“La inclusión de la derecha peronista no sólo no nos trajo más votantes, sino que hizo que gran parte fugara hacia la izquierda u otras expresiones. Sabiendo que esta es una lista que retrasa la agenda del Frente de Todos, nos preocupa que sectores mayoritarios de Córdoba elijan opciones conservadoras que nunca defendieron los intereses de los sectores más postergados. Lo que está en frente es peor; y volver al macrismo es condenar a los sectores populares”, ensaya para explicar por qué, pese a la mirada crítica, apuestan a sostener el resultado de las Paso.
“En este contexto, creemos que debemos estar en los territorios, escuchar las críticas hacia este Gobierno (nacional) y construir agenda hacia el interior del Frente de Todos”, dice San Pedro, quien admite que “se debilitó un espacio que se pretende heterogéneo”.
Para ella, “hablar de Córdoba” es necesario para “tensionar a los votantes” que avalan al Gobierno provincial, un electorado compartido con Juntos por el Cambio: “Si después de 20 años de gestión, Córdoba tiene los índices de pobreza, desempleo y exclusión más altos del país, tenemos que disputar el discurso con Hacemos por Córdoba y construir una correlación de fuerzas hacia el interior del Frente de Todos para imponer una agenda propia hacia 2023″.
CASERIO Y RIUTORT
La politóloga Mariana Llao –becaria del Conicet e integrante de la Consultora JWC– considera que el “error” no está en la conformación de la lista, sino en no utilizar las Paso como elemento “ordenador y legitimante” ante un espacio diverso como lo es el del kirchnerismo, que, para colmo, “tenía a sus bases desarticuladas” tras la cuarentena.
Ella relativiza que el resultado haya sido malo: “Está en los márgenes del espacio; no es desesperante frente a derrotas más significativas en otros territorios”, explica.
En ese marco de análisis, considera que la “lógica de construcción expansiva” hacia el peronismo tradicional y “una señal de vocación hegemónica” son elementos novedosos para el kirchnerismo cordobés. “Es significativo que Carlos Caserio, pudiendo quedarse con su banca de senador abriendo una negociación con Schiaretti, haya decidido construir un proceso de poder para disputarle espacio al peronismo cordobés”, agrega.
Respecto del núcleo duro K, Llao comparte que “la fuga de votantes hacia la izquierda fue un error de cálculo”, particularmente en barrios populares donde Hacemos por Córdoba tocó su techo electoral.
A la hora de apuntar errores de estrategia del Frente de Todos cordobés, Llao señala “haber desaprovechado disputarle” a Hacemos por Córdoba el concepto de “Ellas” y el “sentido mismo del feminismo”: “La principal dirigente feminista que tuvo Unión por Córdoba fue Olga Riutort; y ese bagaje claudicó frente al marketing”.
La politóloga Valeria Brusco también sostiene que la lista armada desde Buenos Aires no logró ser atractiva para la militancia cordobesa, a la que define como “intensa, local y minoritaria”. En ese contexto, y teniendo en cuenta el discurso “anti Nación” que “penetró” en Córdoba, donde el oficialismo provincial “que confunde al electorado al decirse peronista pero ser aliado al macrismo, la peronización de la lista la hizo poco atractiva para el núcleo duro.
Como Llao, Brusco considera que “al diferenciarse”, la voz de Caserio “tiene eco” porque lo hace con “conocimiento de causa respecto del acuerdo Macri-Schiaretti”.
“El peronismo no es bailar con Macri, y que Schiaretti lo hiciera es una decisión política. Eso nadie lo dijo desde adentro, por el propio verticalismo de Hacemos por Córdoba. Para decirlo, Caserio tuvo que salirse de ese esquema para plantear las diferencias y criticas las políticas públicas de Schiaretti. Que Hacemos por Córdoba vote con Juntos por el Cambio es apoyar políticas diferentes a las del proyecto del Frente de Todos”, agrega Brusco.
LOS PARTIDOS PROGRESISTAS
Un dirigente que pide reserva da su punto de vista: “Hay un mensaje equivocado a la militancia del Frente de Todos, que es diversa, cuando se peroniza el discurso se desprecia a los sectores progresistas que componen el núcleo duro. Los peronistas que eran los salvadores ahora vuelven a Hacemos por Córdoba. ¿De qué sirvió ese esquema si nuestro horizonte es plantear un proyecto cordobés hacia 2023?”, dice en referencia a Walter Saieg y otros pejotistas puros que están regresando a la estructura que lidera Schiaretti.
Y agrega: “El discurso peronista no entusiasma a la militancia, que nota la revancha personal de Caserio y Olga. O como Martín (Gill), que sigue hablando de peronismo para el 2023. A esto se agrega una metodología de campaña casi universitaria: se ganó en 66 localidades, en 45 estuvimos segundos y en 65 se mejoró notablemente respecto de elecciones anteriores. El denominador común es que en esas localidades los intendentes y los referentes locales estuvieron al frente de la campaña. Esa es la fórmula para mejorar”.
El diputado nacional Eduardo Fernández, referente de uno de los partidos no peronistas del Frente de Todos, comparte que la falta de una Paso K perjudicó el resultado electoral y reclamó una “revisión de la campaña”: “Queda en claro que debemos tener un proyecto provincial desde el cual hablar con la ciudadanía, y darle un rol más protagónico a la militancia que desde hace años viene sosteniendo este espacio. Sólo así mejoraremos los resultados de esta elección”, dijo al fundamentar el proyecto provincial del espacio kirchnerista.
Al igual que San Pedro, considera que los dirigente K “no fueron tenidos en cuenta” para integrar la lista ni para militar en la campaña. “Tiene que haber 2023 para el Frente de Todos, pero cómo generar esa pertenencia con el proyecto político si no se empodera a los dirigentes locales para que proyecten sus liderazgos. Sin esa estrategia, la disputa es sólo con el Gobierno provincial pero sin proyecto a futuro”, argumenta.
“No se puede desconocer la existencia de un kirchnerismo histórico, que en 2017, sin recursos ni apoyos, aseguramos una banca. Esas bases piden participar no sólo para conservar la banca, sino para dejar sentado que no somos prenda de negociación en especulaciones electorales futuras”, advierte Fernández al explicar su crítica por cómo se desdibujó la campaña.
Este domingo 17 de octubre, cuando la liturgia peronista conmemora el Día de la Lealtad, el Frente de Todos tendrá su primer termómetro respecto de la reclamada movilización de las bases después de la derrota de las Paso: convocó a toda la militancia y a la ciudadanía en general a concentrarse a las 17 en todas las plazas de la ciudad y la provincia en apoyo al Gobierno nacional, al Presidente y a Cristina Fernández. Por primera vez en esta campaña, el kirchnerismo parece dispuesto a disputarle el espacio público a Hacemos por Córdoba.
UNA DÉCADA DE RESULTADOS ELECTORALES
Un breve repaso de ese recorrido en la última década: en 2011, cuando Cristina Fernández ganó la elección en esta provincia, la lista de diputados K sumó 634 mil votos y obtuvo en tres bancas en la Cámara Baja (aquella vez, Unión por Córdoba bajó su lista de candidatos, para canalizar hacia el Frente para la Victoria sus votos). A los dos años, con Carolina Scotto, conservó 306 mil y ganó dos lugares en el Congreso. Dos años después, al poner en juego los tres escaños de 2011, aumentó en 80 mil votos al caudal de Scotto, aunque perdió un representante. En 2017, perforó los 200 mil votos y retuvo sólo una banca de las dos en juego. En 2019, con la lista de corte de Hacemos por Córdoba jugando, el Frente de Todos sumó 496 mil votos y logró dos bancas. Ahora, con la vara por el piso, procurará sostener el escaño logrado en 2017.
Publicado en La Voz
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