El denominado Programa 6×6 de reconstrucción económica y social de la Provincia de Buenos Aires para el próximo lustro (+ 1), en rigor fue anunciado a fines del año pasado, pero esta semana fue oficialmente lanzado y confirmado como la plataforma electoral con la que Axel Kicillof intentará renovar y hacerse de la reelección del distrito más importante del país.

A casi exacto un año de que los distintos partidos y frentes políticos deban cerrar listas de cara a las PASO 2023 y en el fragor de las actuales internas tanto del Frente de todos (pejotistas clásicos, camporistas, massistas y acaso los aún embrionarios albertistas), como de Juntos (UCR y PRO, halcones y palomas), todo está por verse en el tirante entretejido de las fuerzas internas que hacen a las coaliciones dominantes.

No obstante, dos puntos quedan claros esta semana: los objetivos reeleccionistas de los primeros dos cargos ejecutivos, la Presidencia de la Nación y la Gobernación de la Provincia. Alberto Fernández y Axel Kicillof irán por un segundo mandato. Hoy es el objetivo de cada uno, el tiempo dirá cómo y a qué costo.

En la Provincia, en el marco de la Asamblea General que tuvo lugar este miércoles en la Legislatura bonaerense, Kicillof desmenuzó los alcances del Programa 6×6 (dejar detrás seis años cruzados por cuatro de macrismo y dos de pandemia, con seis de reconstrucción económica y social). Entre otros alcances, el mismo apunta a bajar fuertes fondos en obras de baja y mediana envergadura a los municipios (instancia básica para cualquier aventura reeleccionista), inversiones en infraestructura escolar y robustecimiento de la asistencia social (en las últimas horas ya se confirmaron 75 mil millones de pesos).

Así las cosas, tal como fue descripto en el Panorama Bonaerense anterior, el mayor reto de Kicillof es el juego de equilibrio que deberá desarrollar en la clara interna que afecta al Frente de Todos hoy, a raíz del acuerdo por la deuda con el FMI que deberá ser refrendado aún por el Congreso de la Nación, cuya letra chica tendrá impacto en la economía de los bonaerenses. Al respecto y en lo inminente, Kicillof ya deberá lidiar con un aumento de las tarifas del 40 por ciento, muy lejos los 20 puntos que hasta hace muy pocas semanas esperaba el exministro de Economía de CFK como techo.

El caballito de Troya

Ahora bien, al futuro escenario económico cruzado por el acuerdo con el FMI, a las metas que se concretarán o no del “ambicioso” programa de reconstrucción lanzado formalmente esta semana, del alcance y segmentación que se hará a la quita de subsidios y suba de tarifas, así como los niveles de recomposición social que Kicillof logre, su gestión de cara a la reelección está ya marcada por la grieta interna de su coalición.

Amén del posicionamiento que haga La Cámpora en la Legislatura bonaerense durante el año parlamentario que acaba de iniciar, Kicillof tiene en el seno de su administración acaso “el caballito de Troya” que podría ser la liga de intendente que hoy ocupan estratégicos espacio de manejo de poder tras el desembarco de los alcaldes a su gestión, tras la fuerte piña electoral que fueron los comicios pasados.

A las claras, el primer mandatario bonaerense tiene en su ministro de Seguridad, Sergio Berni, una figura reconocida que competirá en 2023. “Más en territorio bonaerense que a nivel nacional, Sergio jugará el año que viene”, ratificaron a NOVA desde su primer círculo de confianza: “Ya es una realidad”.

Las aspiraciones de Berni podrán ser por dentro o fuera de FDT, como pleno candidato a gobernador o secundando alguna fórmula de peso específico. ¿Boleta Kicillof – Berni?, es posible. Amén de las fuertes críticas y cuestionamientos del ministro de Seguridad a la gestión nacional y su materializado alejamiento del cristinismo, se mantiene intacta la confianza y vínculo entre éste y su jefe ejecutivo.

Pero en rigor, los intendentes que desembarcaron fuerte en la gestión de la mano del actual jefe de Gabinete e intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, será el punto a prestar atención por parte del gobernador. ¿Boleta Kicillof – Insaurralde? ¿Por qué no?.

La realidad indiscutible es que de esa liga de alcaldes aflorarán apetencias electoralistas, o incluso precandidaturas con el mero objetivo de negociar poder. Lo que sea, Kicillof deberá lidiar con un frente interno en el Ejecutivo, que agregará complejidad a la ya incuestionable interna del Frente de Todos.

Publicado en Agencia Nova

Redacción Electoral