
Por Rodolfo Montes
En el tramo final para la inscripción de los nombres que ocuparán las boletas electorales, es inevitable que los involucrados se agiten, sufran palpitaciones, aunque los mejores deciden en frío y leyendo con precisión las necesidades el momento. La elección para el Frente de Todos (FdT) será de gran complejidad: casi todos los oficialismos vienen padeciendo la pandemia, los muertos, la caída en la actividad económica, desigualdad y pobreza. La tormenta cuenta con los ingredientes necesarios y podría explotar.
En el gobierno nacional, en contrario, creen que la vacuna masiva trae esperanza, que hay salida y que los “días felices” volverán. Que el programa del FdT no fue traicionado, apenas pospuesto, por las circunstancias extraordinarias. El proyecto como candidato, la profundización de las políticas que no se hicieron, o se hicieron mal, parece un campo de coincidencia de todos los actores del frente gobernante, desde el presidente y la vice hacia abajo. Sin embargo, cómo ponerles nombres a los casilleros de las listas sigue siendo un tema arduo.
El recambio generacional parece prevalecer en la cabeza de Alberto Fernández: en Buenos Aires asoma una funcionaria de su gabinete y amiga personal, Victoria Tolosa Paz, presidenta del Consejo Nacional de Políticas Sociales. De 48 años, aguerrida para los debates, muy formada y esposa de otro amigo histórico del presidente, Pepe Albistur, propietario del departamento de Puerto Madero que Alberto todavía habita. Para la Capital Federal, el candidato que parece cantado es Leandro Santoro (actual legislador porteño del FdT), el joven emergente que nació a la política desde el mítico local de la Juventud Radical alfonsinista, en el barrio de Caballito. “Los Irrompibles”, su agrupación, fue integrándose al kirchnerismo, al tiempo que su partido de origen, la UCR, se corrió a la derecha y se alió con el PRO.

Hay probabilidades de que el FdT renueve solo una banca en la Cámara alta
Santoro trajinó profusamente los medios de comunicación, incluso los adversos, y ganó visibilidad. Cree que desde ese posicionamiento puede mover el amperímetro hacia arriba en un distrito históricamente negado para el peronismo. Con la excepción de un corto período en la década del 90, cuando la propuesta peronista se travistió y convirtió a la ideología de sus adversarios liberales (Carlos Menem).
Según expresaron a La Capital distintas fuentes, el criterio del oficialismo será evitar la confrontación de listas internas allí donde se gobierna. En los distritos donde no gobierna el mismo signo que en la Casa Rosada, es probable que haya disputa entre candidatos. La decisión es delicada y genera dudas. Con todo, todavía se discute si a sectores críticos del FdT (por caso, el dirigente Gabriel Mariotto, de Buenos Aires, o los Rodríguez Saá (San Luis) se le podrían aceptar listas que oficien de sparring de las nóminas oficialistas, para de ese mondo ofrecerles un atractivo y contenerlos dentro del frente. Siempre es un problema para un movimiento gigante como el peronismo dejar sectores sin ningún juego propio. La tentación de irse a probar suerte por afuera está y, en ese caso, el daño electoral —grande o chico— se consumaría de todos modos para el oficialismo.
Dilema santafesino
En Santa Fe, la dificultad del FdT para armar su propuesta, en especial en la lista principal de senadores, es evidente. El peronismo renueva dos bancas y, para lograrlo, debería ganar la elección en la bota, algo que no ocurrió en 2019, con la ola albertista y los 48 puntos a nivel nacional. ¿Cómo podría ganar ahora, en un contexto más adverso que hace dos años, y con la tendencia natural a la dispersión del voto que generan las legislativas?
Un altísimo referente provincial subrayó que “las listas se confeccionan con pragmatismo, con candidatos que midan (en las encuestas), no con voluntarismo”. Se refería al aparente panorama sombrío que ofrecerían en el conocimiento de los santafesinos los actuales senadores de esa fuerza política.
Una encuesta reciente, en sentido contrario, del consultor Raúl Aragón, con 2 mil casos en la provincia, muestra que la senadora María de los Angeles Sacnun se acerca al 60 por ciento de conocimiento y que retiene el voto del espacio del FdT. Asegurando el segundo puesto detrás de Juntos por el Cambio (JxC) y por encima del Frente Amplio Progresista (FAP). Las posiciones se alteran, entre el segundo y tercer puesto, para el caso de que el candidato fuera el actual senador Roberto Mirabella, que según los números de Aragón pierde con el frente que hegemoniza el socialismo y deja al FdT sin senadores en Santa Fe.
La otra matriz de pensamiento se basa en que los candidatos del FdT serán votados o no, según sean las preferencias ya previamente establecidas, y en especial si el rumbo de la política nacional abre una esperanza. “Los votos son de Alberto y de Cristina, el candidato/a a senador/a tiene que fidelizar con el proyecto político, tener concordancia discursiva y, en su intensidad política, solvencia y no restar. Si además agrega votos de afuera, mejor”, aseguran los que creen entender mejor por dónde pasaría la decisión final de Alberto y Cristina.

Desde ya, no seria un escenario cómodo para el FdT, incluso haciendo una elección aceptable, terminar perdiendo un senador por Santa Fe a manos del Juntos por el Cambio. Mucho menos salir tercero, una catástrofe. La probabilidad de que renueve solo una banca es concreta.
Otras fuentes aseguraron que a CFK le interesa promover cuadros y llevar al bloque de FdT de la Cámara alta gente que jamás afloje, en ninguna circunstancia. Dicen, entre otras cualidades, que Cristina tiene buena memoria y no olvida al puñado de senadores que, entre 2016 y 2019 (pequeño bloque de ocho, mayoría casi absoluta de mujeres, entre ellas Sacnun) defendió sin dudar al gobierno derrotado en 2015 y, en especial, bancó los trapos contra la persecución judicial a la ex presidenta.
Es toda una incógnita saber en qué lugar de la memoria de la actual vicepresidenta, hoy determinante para conformar las listas de senadores del FdT, se aloja el episodio del 15 de agosto de 2018, cuando 36 senadores intentaron dar quórum (les faltó uno y la sesión cayó) para autorizar al juez Claudio Bonadio a que allane sus propiedades en el marco de la investigación de la causa de los cuadernos. Entre los 36 que se sentaron para autorizar Bonadio, se contaba el ahora gobernador de Santa Fe, Omar Perotti. Esas cosas de la vida.
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