El político de hoy en día se enfoca más en buscar estrategias para entorpecer la carrera del oponente, que en enriquecer su propia imagen.

En aras de reflexionar y brindar un aporte práctico sobre consultoría política, me permito, en esta ocasión, dedicarle unas líneas al arte de la contracampaña. Un recurso muy útil que contempla una larga lista de prácticas, pero que usado de manera abusiva en la política actual, puede traer consecuencias desfavorables para quien la emplea.

¿Se vale todo para hacer que la gente apruebe la gestión de un mandatario o gobernante? ¿Se vale todo para evitar que, pasado un tiempo de gestión gubernamental, no tengan más que críticas para el quehacer de un político? ¿Se vale todo para lograr, incluso, que una mala decisión no se refleje en la popularidad de un alcalde? ¿Se vale hacer de todo para generar amor por el político? Son preguntas que nacen en el seno de este mundo tan «oscuro», «secreto» y un tanto apasionante de la consultoría política.



Y comienzo mi disertación respondiendo: SI. Una respuesta que nace desde mi maquiavélico criterio estratégico, algo que a muchos no les gusta y que a este punto estoy seguro ha encendido las alarmas de algunos tímidos de la consultoría política. Pero creo que al final del artículo ya no tendré que justificarme.

La política, una carrera de obstáculos…

Para explicar la contra campaña en el contexto de la carrera política o en la contienda electoral de un candidato, como buen millenial, no se me ocurre una mejor analogía que la de Mario Kart, el videojuego de Nintendo. Si eres de esta generación, recordarás que los jugadores se embarcaban en una carrera de obstáculos para llegar a la meta y ganar. En este juego, ganaba el más rápido y hábil, pero vaya que tenía que lidiar con las piedras del camino. En Mario Kart, se les permitía a los jugadores tender trampas, ardides y una serie de obstáculos al contrincante. Esto, obviamente, podía impedir el avance del competidor al tiempo que daba la oportunidad de crear un espacio para vencer.

Curiosamente, valerse de todas esas trampas como bombas, cáscaras de banano, tortugas y demás impedimentos, se disfrutaba aún más que conseguir la victoria. Si eres un millenial que jugó Mario Kart, quizás en este momento estás sonriendo. Gratos recuerdos, ¿cierto? Pues bien, este escenario se parece demasiado a la dinámica política actual.

En este juego de la vida real, llamado política, existen también rivalidades y competencias feroces en todos los escenarios. Por supuesto que en esta carrera (política) todos los participantes pretenden ganar, llegar triunfantes a la meta. Para ello, invierten recursos para ser más ágiles y efectivos, con el fin de vencer los propios retos del escenario político. El fenómeno de poner escollos, trampas y obstáculos, al mejor estilo Mario Kart, se ha puesto de moda. Todo con el fin de frenar el avance del contrincante. Cuestión que, a todas luces, puede ser un ejercicio válido si se emplea de manera correcta, dentro de ciertos límites.

Algo perfectamente válido es decirle al electorado por qué elegirte a ti y no al otro, o por qué tú eres mejor político que aquel, y por qué no recordarle a la gente también, sutilmente (jajaja), todos los eventos, noticias o hechos de conocimiento PÚBLICO que han manchado o hecho menos vistosa su carrera. En ese sentido, la creatividad aquí no tiene límites, y particularmente es algo que disfruto en exceso; pero en hoy día, debido a la falta de ideas y pericia, y el excesivo espíritu lagotero y obsequioso de los equipos de comunicaciones que acompañan a algunos competidores políticos, sumado a la volatilidad y auge de las redes sociales, ha hecho que sea una práctica riesgosa donde lo que era un ejercicio sano, se convirtió en una actividad desenfocada, hasta criminal, gracias al uso de la injuria, la calumnia, el descrédito, el fraude, y la usurpación de identidad.

Los laboratorios de la desinformación…

El político promedio de hoy se empeña más en buscar estrategias para entorpecer la carrera del oponente, que en enfocarse en enriquecer su propia imagen, procurar la excelencia en el ejercicio de su liderazgo, mejorar, bajar los tiempos y llegar a la meta.

Ahora mismo nos encontramos en el Grand Prix de competiciones políticas en Suramérica. Tenemos diferentes niveles, desde alcaldías, gobernaciones, gestión de los congresistas, hasta llegar incluso a los quehaceres de los presidentes. Y en esta partida, se ha desatado una guerra campal sin cuartel, donde en vez de avanzar la carrera, los competidores nos hemos quedado en una matanza a punta de tortugazos, conchas de bananas, bombas, manchas de aceite, y persecuciones a todo nivel como si tuvieran activada eternamente la estrella mágica de Mario Bros. Haciendo uso desmedido de las redes sociales y plataformas digitales, como si de ello tratara nuestra existencia, hasta el punto que ahora estamos en presencia de medidas radicales como las de Facebook, que ha limitado la capacidad de difundir información política.

A través de perfiles falsos, se publica información falsa, además de injurias y calificativos infundados no existentes en la opinión pública, que personalmente les sería imposible decir a cara destapada debido al nivel de falsedad que contiene.

Atrás quedaron los tiempos en que los líderes políticos asumían la responsabilidad de sus comentarios, enfrentando con valentía sus ideas y ello le generaba el amor del pueblo. La contracampaña pasó de ser un arte donde los políticos, a través de sus discursos y serios debates, les hacen ver al electorado las razones por las que ellos deben liderar y no sus contrincantes, a convertirse en un acto de miedo, que la gente ya ha empezado a rechazar. Es posible que en este punto ya hayas recordado algunos casos cercanos a ti, donde este escenario se repite una y otra y otra vez.

Como consultor político especializado en contracampaña y manejo de crisis de información, me gustaría generar algunas recomendaciones tanto para quienes buscan atacar y torpedear la carrera del contrincante, así como para quienes en el proceso buscan defenderse.


Recomendaciones para el atacante

– Preocúpate un poco menos por torpedear y ralentizar la carrera de tu contrincante. No gastes toda tu energía y tu dinero en eso, más bien enfócate en ser un excelente competidor de la carrera política, demuestra tu efectividad y cualidades para gobernar.
– Piensa que tus electores pueden relacionarte con una persona tóxica, que busca dañar antes que proponer soluciones. Entonces, deslígate un poco de campañas de desinformación y en su lugar de forma responsable aciértale unos buenos palazos a tu oponente frente a la cámara con tus mejores argumentos. Demuestra con ideas y con valentía que le ganas en el territorio que sea.
– Echar al agua, boletearlo con toda, dejarlo como un zapato (términos muy colombianos) está muy bien, siempre y cuando, todo sea sobre hechos ciertos y de dominio público. No te imaginas todo lo que la creatividad puede producir sobre un mismo hecho.
– Cuida las emociones que despiertas en la opinión pública. Mira hacia el futuro, piensa que en política funciona muy bien la idea del boomerang, no abras la puerta de los infiernos sin darte cuenta si compraste antes la pomada para quemaduras.


Recomendaciones para quien se defiende

– Recuerda que el objetivo de tu oponente es hacerte perder tiempo para que demores y no logres la meta. Su objetivo es que no logres una gestión o campaña exitosa. Pero, sé consciente de que si caes en el mismo terreno de la descalificación, no lograrás tus propios objetivos.
– Si el contrincante te pone escollos u obstáculos, velo desde esta perspectiva: Él tiene miedo, piensa que puedes derrotarlo. Al pensar así, cambia tu juego y gánale en debate.
– Si te atacan, procura defenderte pero hazlo de forma astuta como la serpiente, siguiendo la recomendación bíblica, pero siempre aparentando ser manso como la paloma, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha. Sin embargo, también sería bueno poner en práctica el arte de saber llorar, ¿quieres saber cómo es? Luego te digo.
– No pierdas la carrera, mantén en el retrovisor a tu oponente y avanza firmemente hacia la meta.

Espero con esta analogía que he establecido entre el video juego Mario Kart y la realidad política, entiendas que lo importante es tener una perspectiva aérea. Es decir, ver desde arriba, de manera objetiva, y establecer estrategias que sumen puntos para cada caso.

Recuerda que en el mercadeo político no existen ideologías, sino el aprovechamiento de las decepciones y las esperanzas. Y que, como político, eres lo que la gente opina de ti.

El fin es lograr una buena opinión pública sobre tu proyecto, los medios los discutimos con un vaso de agua.

Por Aldo Pusticcio. Consultor, Publicista y Guionista Político @AldoPusticcio

Abogado, especialista en Criminología y Derechos Humanos, consultor en prospectiva política, con énfasis en comunicaciones, contracampaña y publicidad.

Dirige un equipo multidisciplinario de producción publicitaria política en Colombia, Perú, y Venezuela, Asesor de equipos de comunicaciones de Alcaldías y Gobernaciones, defensor de la frase “no es lo que digas, es como lo digas”. Colombiano – Margariteño.

Publicado en Revistaaccionpolitica.com

Redacción Electoral