Rodolfo Lasse Paniceres – Licenciado en Ciencias Políticas- Director de Estudio Par Consultores
Esta segunda afirmación es fácilmente contrastable: el atentado a la embajada de Israel, a la mutual Amia, al del hijo del entonces presidente Carlos Menem y los tres intentos de asesinato a Ricardo Alfonsín (el último cuando ya no era presidente), entre otros sucesos.
Pero la primera hipótesis: Que es el odio de la derecha, la entiendo insuficiente para comprender lo que sucede, entonces a continuación esbozo tres explicaciones sobre otros factores que influyen en la coyuntura actual.
La batalla por el encuadre
Erving Goffman plantea que el frame o encuadre como un esquema de interpretación que permite a los individuos percibir, etiquetar, ordenar, seleccionar e interpretar los sucesos o situaciones del entorno.
En este sentido, para el sociólogo Maximiliano Aguiar, el debate automático sobre si se trató de un atentado o un guión montado es igual de peligroso. Este es el peligro de la polarización extrema, se lleva puesto al debate y a la convivencia democrática, y aquí se activa una característica de la grieta que, según Riorda, es una zona de confort, porque todo lo que yo diga va a ser aplaudido por mi sector, pero también rápidamente le pongo un techo a las aspiraciones de un consenso más allá de mi núcleo de adhesiones.
En este caso el mensaje es condeno la violencia, pero el que engendra la violencia es el otro (No importa el espectro ideológico del emisor). La política debe empezar a discutir con la realidad y dejar de discutir con la política.
La socióloga Paula Canelo agrega otro enfoque: “La trampa del odio es que es una escalera. Con escalones que podemos estar construyendo todos, nos demos cuenta o no. “La derecha mata”, “son todos fascistas”, “son todos estúpidos”, “ellos son el mal” también son discursos de odio.
Tal vez nos parezcan defensas válidas ante la agresión de un “otro que odia”. Pero en los hechos, son escalones para seguir subiendo la escalera del odio. Qué difícil reconocer que los discursos de odio no son sólo “del otro”. Que también se alimentan de nuestra propia incapacidad de reconocer a nuestros adversarios políticos como tales…Pero el intento de magnicidio hacia la vicepresidenta marca la hora de parar.”
Agenda disociada.
El año pasado en la previa a los cierres de campaña de las elecciones generales, murió asesinado un quiosquero en La Matanza mientras la dirigencia seguía haciendo actos proselitistas en total normalidad y la suspensión de los mismos no fueron por motus propio, sino por la presión social que hubo, este es un ejemplo crucial de una agenda disociada entre las demandas de la sociedad y la dirigencia que crea sus propias demandas. Podemos sumar en las últimas semanas, la centralidad de temas judiciales en la agenda políticos, con compromisos políticos y militantes casi totales por los grupos de las coaliciones que lideran la política nacional.
En tanto que la agencia ciudadana gira alrededor de la pérdida de poder adquisitivo, el aumento meteórico de los precios y de la idea de ausencia de futuro, frente a estos temas no hay una dirigencia indignada o puesta al servicio de la solución, en el mejor de los casos la narrativa apunta a buscar responsables, pero nunca soluciones, a buscar errores en quienes buscan alguna solución, pero no en ayudar a generar una respuesta conjunta al problema.

Doble grieta
Aquí es donde vemos otra explicación al problema, es que no hay una grieta, hay por lo menos tres. La grieta entre los grupos extremos de las dos coaliciones mayoritarias es, retomando planteos de Mario Riorda, un “conflicto controlado”, deliberado, que parte aguas para mantener un statu quo. Cuando la división se sostiene en el tiempo, claramente se produce un statu quo. En momentos así, y ante la perspectiva de una transformación real de la sociedad, el contexto se vuelve más conservador que propenso al cambio.
Pero hay otra división que no es un conflicto controlado, esta división se da entre quienes abogan y toman partido por algún espacio político y entre quienes rechazan a la dirigencia en su totalidad, quienes desconfían de la política y sus dirigentes. Esto plantea una negación constante de la diferencia e impide cualquiera tipo de acercamiento. Y la tercera grieta está en expresiones politizadas que sin simpatizar con las coaliciones mayores son entidades que se repelen entre sí y con ambas coaliciones, expresiones como los movimientos libertarios, el ecosistema de la izquierda, sectores progresistas y una atomización de espacios con identificaciones ideológicas heterogéneas.
Conclusión
La idea de pensar otros caminos no es negar los discursos de odio, más bien lo que busco es comprender que los factores que determinan la situación actual son más complejos e inclusive no tenemos todas las piezas del rompecabezas para comprender el clima de época actual. Por lo menos, tengamos la libertad de pensar otros caminos y no en lógicas binarias imperantes.
Gráfico de expresiones políticas- Basadas en estudios propios-
Publicado en PostData
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