El jueves por la noche, mientras  se encontraba en Juncal y Uruguay recibiendo el clamor de su electorado, Cristina Kirchner se transforma en la protagonista de uno de los shows televisivos más subdesarrollados de la historia del país.

Inmediatamente después de que la cámaras captaran un arma saliendo entre la multitud, los medios de comunicación y gran parte de la oposición salió al unísono a solidarizarse con la vicepresidente recibiendo como respuesta la culpa de que esto sucedió gracias al discurso de odio que ellos alimentan. Después de 15 años de Kirchnerismo, la complicidad se vuelve fastidiosa. Respecto a los partidos políticos, la preocupación por el qué dirán y la corrección política, más que por la representación de su electorado, que lejos está de creer en estas farsas, demuestran una clara falta de identidad que, más temprano que tarde, terminará pagándose con pérdida de electores.

LO ESPERABLE BRILLÓ POR SU AUSENCIA.

Independientemente de la cosmovisión ideológica del televidente, es muy difícil no coincidir en que lo esperable brilló por su ausencia. Desde el accionar de la seguridad hasta el comportamiento de la militancia que entonaba el famoso “que quilombo se va a armar”. De todas formas, supongamos por un instante que el atentado fue real: ¿Era esperable que el Presidente decretara feriado nacional para que la gente saliera a manifestarse? ¿Fue casual que horas antes Máximo Kirchner dijera tan livianamente que en Juntos por el Cambio se está viendo quién mata al primer Kirchnerista? ¿Qué hay del día siguiente cuando Cristina sale sin refuerzo de custodios a saludar a su electorado? ¿Qué hay de Ofelia Fernández y su solicitud de un amparo ante la justicia para retirar a la policía de la Ciudad de Juncal y Uruguay? ¿Nadie se preguntó por qué Aníbal Fernández sigue en su cargo? ¿Alguien de la seguridad privada o de la Policía Federal fue removida de su cargo? ¿El celular reseteado de fábrica es inoperancia o complot?

LA CONFORMACIÓN DEL DISCURSO OFICIALISTA.

Sin duda, el Kirchnerismo sacó del cajón una receta del Peronismo más viejo: jugar al bombero piromaníaco incitando al caos público, controlando la situación y sacando ventaja política. No existe casualidad alguna en política, menos en un contexto donde las cuestiones judiciales están avanzando desfavorablemente y el capital político que le prestó a Alberto Fernández se derrite como un hielo en el desierto.

 Con la declaración del feriado nacional (cosa insólita) el oficialismo no demoró en construir los lazos conceptuales en función de lo ocurrido. De esta forma, lo que empezó siendo una marcha en apoyo a Cristina, con mucho olor a lanzamiento de su candidatura presidencial para el 2023, se transformó en una marcha en defensa de la democracia que poco tenía de democrática, pues, ni siquiera habían partidos políticos opositores; es decir, fue una convocatoria implícita del Gobierno con el fin de medir el caudal político de Cristina. Pero suponiendo, entonces, que lo del viernes fue una manifestación a favor de la democracia ¿Qué sucede con aquellos que no estuvieron presentes? ¿Son anti-democráticos? Agrego ¿Qué hubiera sucedido si Juntos por el Cambio hubiese asistido? Invito al lector a plantear sus propias hipótesis.

¿Y EL RESTO?

La excesiva puesta en escena de la vicepresidente con su causa judicial y este pseudo-atentado, acompañada por una oposición poco comprometida con los problemas que adolecen a la gente, parecen ser pantallas de humo cuyo fin último es tapar una gestión que cuenta con reservas netas en el BCRA por U$D 1.200 millones y una liquidez de U$D -7.500 millones, recortes por más de $200.000 millones sobre una sociedad con 40% de pobres y una inflación que rondará alrededor del 100% para fin de año.

¿Qué ocurre con los rosarinos que a diario mueren por culpa de la lucha de los narcos? ¿Qué ocurre con los bonaerenses que viven en condiciones de inseguridad extrema? ¿Qué ocurre con las víctimas de ONCE? ¿Qué ocurre con el asesinato del Fiscal Nisman? ¿Qué ocurre con el ciudadano neuquino que fue prendido fuego por los autodenominados mapuches? ¿Para ellos no hay ningún feriado nacional? La casta política nos enseña, una vez más, que sus privilegios quedan intactos y el concepto de oligarquía empieza a tener cada vez más sentido.

Brian Román
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